No fue una más

No fue una más

El pasillo se le antojó interminable. A lo lejos las sirenas de la policía que se acercaban y en la cartera el arma aún caliente de muerte. Escuchó que algunos corrían para ayudar al infame, y sintió que hasta ese socorro era demasiado para alguién tan despiadado, que por primera vez en su vida había recibido en ese tiro que le había dado, una dosis de justicia.
La policía pasó corriendo a su lado, y el aire de la calle le supo a gloria.
Ni más golpes ni más gritos. Una nueva vida. Una vida.

Textos: Bett Gonzalez Casasola

Fotos: Alberto de Haro

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