El instante

Todos tenemos un instante que atesoramos en nuestro corazòn,en nuestra alma o en nuestro rincòn de los dolores. Hay un momento que queda congelado en una cajita eterna y que lo guardamos para que nunca mientras dure nuestra vida sea olvidado.

Hay momentos de alegrìa que nos negamos a olvidar porque cada vez que lo evocamos una risa salta a nuestros labios y la felicidad pasada nos invade de nuevo. Y recreamos a esas imàgenes sepia llenas de carcajadas, de risas, de amigos o de gente que ya no està pero que en esa cajita aùn està viva y feliz.

Hay otros, los de los instantes  del alma y  de amor. Me diràs… los instantes  de amor son del alma. Y si, pero cuando parte un ser amado es un instante de  dolor parecido pero diferente. Y profundo.

Los dolores del alma llegan para no irse nunca màs. No se quitan con nada, no se olvidan, a veces se sienten màs suaves pero otras el dolor sordo en el pecho aprieta. Puede comenzar en la juventud y durar hasta la ancianidad porque es un tatuaje a fuego.La marca està. Y muere con nosotros.

Los dolores del amor se parecen en que son profundos, y puede que no lo olvides en tu vida, pero existe la pequeña posibilidad de que un amor lleguè a nuestra vida y cubra con su manto aquella herida, aliviandola, y aunque no se borrarà la marca, las caricias del ser amado atenuan la vieja pèrdida.

Y estàn los instantes del amor pleno, del amor total, de sentirse completo con el otro, de sentirse amado. Instantes de momentos de amor fìsico intenso, de abrazos enormes, instantes de te quieros con ojos llenos de amor o de làgrimas.

Nuestra vida es una gran cadena de instantes, eslabonados , unidos por nuestra existencia. Y no es que duren mucho. Algunos que nos parecen eternos sòlo han durado minutos. O segundos. Pero su intensidad no se desvae con los años, porque estàn en esa cajita que los mantiene inalterables al tiempo.

Quizàs el arte estè en que sepamos guardar en esas bellas cajitas sòlo los màs bonitos y mejores instantes.

Solo esos.

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