Que prisión nos encierra sin barrotes
con un hilo invisible,
para nunca o casi nunca liberarnos
porqué nos abrazamos a un fantasma del que nos cuesta
muchas veces alejarnos.
Porque esa extraña obsesión de amar
eso que nos esquiva, de forma brutal o solapada,
porqué somos muertos en vida, a veces, cuando
la vida está allí afuera liberada.
Y ese sin vivir sin verla?
y ese vivir a través del alma apasionada?
No hay explicación, no hay respuestas
solo el silencio propio, sutil, único
del pozo sin fin de tu mirada.
Textos: Bett Gonzalez C.
Fotos: Alberto de Haro