No se puede luchar contra las mareas. Aún cuando a veces elegimos mirar hacia otro lado, dejar pasar ciertas cosas, hay una verdad, una realidad que está allí.
Uno intenta convivir con los fantasmas del pasado, de los silencios invocados en honor de la paz, con las lágrimas enjugadas y las sonrisas reprimidas, pero cada tanto un verdugo impiadoso (desconozco su nombre ) enviado por la vida deja todo al descubierto, sin ese trasluz grisáceo que le solemos echar encima para seguir adelante y nos pone enfrente de nuestra vista las cosas como son.
Tic..Tac…suena el reloj en el silencio marcando las horas que pasan…Tic…Tac…y nada, absolutamente nada cambia esta terrible sensación de soledad.
Textos: Bett Gonzalez Casasola
Fotos: Alberto de Haro