Final de verano, y sólo queda en nuestra playa las huellas borradas de nuestros pies en la arena. Caminábamos como peregrinos que rozando el agua apenas, buscaban quemar las tardes de vacaciones andando sin hablar. A veces me preguntaba si en algún momento te sincerarías y hablaríamos de los dos. Pero eso nunca sucedió. Tampoco tuve el coraje de sacar el alma afuera. Y mirando el horizonte junto a ti, seguí caminando.
Textos: Bett Gonzalez Casasola
Fotos: Alberto de Haro