Un segundo

Un segundo

Cuando tome consciencia fue tarde. El balazo te destrozaba la nuca sin piedad, y yo, mudo testigo, me llené de horror y miedo.

Un segundo después la boca del cañón se apoyaba en mi cabeza, y no supe si era más terrible verte muerto a comprender que yo era el próximo.

Bang!

Un segundo para descubrir la delgada línea entre la vida y la muerte.

Textos: Bett G.C.

Foto: Pixabay

 

 

bang

Pasadas las 12

Si imaginamos que el tiempo de vida es como un reloj de 12 horas, cuando pasas cierta edad sientes que has consumido la mitad del tiempo.

Es entonces que te importan las horas, los minutos y los segundos, como si de pronto hubieras adquirido plena consciencia de su valor, de lo preciado que es el tiempo.

Los días se vuelven únicos, como los soles y las lluvias, las risas y las lágrimas, todo se comienza a vivir con otra intensidad, con otras ganas.

Cuando comprendes que vives en la mitad del reloj, camino al final, es cuando descubres que la vida es aquí y ahora, porque sabes que la aguja del reloj no detiene su marcha. Como la vida.

Textos: Bett G.C.

Fotos: Pixabay

 

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Invisible

Cuento: Invisible

No percibió el cambio hasta que su mano pasó a través del pomo de la puerta. Intentó prender la tv, apagar la luz.

Nada.

Por alguna razón desconocida era invisible, algo con vida, pero algo diferente, y sintió que poseía un poder único, era una especie de mutante, o un superhombre.

Salió de su casa, obviamente sin tener que abrir la puerta y el mundo le pareció fantástico, sin fronteras. No había lugar prohibido: libertad total.

Durante todo el día anduvo reconociendo ese mundo sin barreras, hasta que, pasada la primera emoción, sintió sed y hambre. No captó lo dramático de la cuestión hasta que quiso tomar algo de un puesto callejero.

No podía asir nada, ni siquiera podía pedir ayuda porque su voz era inaudible. Fue entonces que comprendió que era un condenado a muerte.

Textos: Bett G.C

Imagen: Pixabay

 

 

invisible

El hilo

Las relaciones son como sogas, creadas con muchos hilos que le dan dureza. Son hilos de amor, de consanguinidad, de amistad, de conocimiento de años, de respeto. Las mareas de la vida, al igual que el mar, van endureciendo esos hilos, o desgastandolos hasta que se cortan.

A veces, esas relaciones se fortalecen y resisten las malas épocas, los malos vientos que traen huracanes que sacuden, tiempos de lluvias de lágrimas, y ahí siguen, hasta el final, agarrados unos a otros como forma de supervivencia.

En cambio, otras veces los hilos se empiezan a soltar, se secan y pierden su fuerza, cada fibra suelta a la otra y todo se va desatando hasta tener cada uno un camino propio. Los hilos se cortan porque pierden esa razón de ser fuertes, porque el tiempo y el mar de la vida los maltrató tanto que ya no resistieron más.

El hilo se puede cortar siempre, nadie sabe cuales sogas resistirán y cuales soportaran, es un misterio del cual nadie conoce el final cuando la soga se comienza a trenzar, solo depende de cual es la fibra íntima de cada uno de ellos.

El amor a estar unidos es la única razón por la cual resisten. Como en la vida.

 

Textos: Bett GC.

Imagen: la web

hilo

Esclavitud

slave

El hombre respetaba su rutinaria vida. Todos los dias de semana, prolijamente, del

trabajo a casa, de casa al trabajo. Las mismas caras, el mismo tren, la misma ciudad

mugrienta con sus calles de grises repetidos.

Treinta años haciendo exactamente lo mismo, añorando la libertad, deseando disponer

de su tiempo.

El dia que por fin llegó la jubilación, sentado solo en su cocina, escuchando el silencio,

descubrió que lo único que deseaba era que le devolvieran su vida de esclavo.

Textos: Bett G.C.

Fotos: la web