Un efímero paso por esta tierra, una vida en la que fuiste algo para alguien, una sombra en el atardecer de una tarde perdida, un bostezo de mañana de lluvia, una risa compartida e inocente, una mancha en la pared del universo, creamos una realidad pensando que algún día alguien nos recordará, de alguna manera, por alguna razón.
La ausencia de la muerte nos invisibiliza hasta que el olvido nos cubre, nos alcanza, y nos convertimos acaso en la cruz de una tumba en un pueblo perdido, o en una lápida en una ciudad anónima. Y no valió haber amado, haber cuidado, haber acariciado, el olvido, como una ceniza pesada difícil de quitar nos va tapando en los otros, nos borra de la memoria colectiva.
Quizá sea así la historia, y vivamos destinados a ser solo polvo de estrellas, transmutando la vil carne en recuerdos frágiles como una gota de lluvia en el borde infinito de una hoja.
Texto: Bett Gonzalez Casasola
Foto: La web