Estamos ahí, sombras que acompañamos a cada ser humano para contener sus alegrias y sus penas. No somos nada explicable, ni lógico, ni cierto. Y sin embargo cuidamos a ese hombre o mujer al que nos unieron para dar con nuestra compañía todo el amor que podamos, todo el cuidado que sea necesario. Algunos no creen en nosotros, pero entendemos algo: la comprensión humana es pequeña para entender los mandatos divinos.
Textos: Bett Gonzalez Casasola
Fotos: Alberto de Haro