Verdadero capitalismo

Como humanos que somos, en general deseamos, luchamos, nos agotamos en tren de gastar la vida en ganar dinero, en acumular objetos o riqueza. Perdemos los segundos, los minutos, la salud o los afectos en tratar de tener u obtener dinero. Papeles con valor que nos permiten tener…tener que?

Tener cosas que no nos acompañan, tener billetes que no nos protegen, tener autos que no nos llevan a la felicidad. Ese afán de acumular valores no nos permite acumular los otros valores, los que de verdad cuentan.

¿A que si tuvieras que hacer una lista no podrías llenarla con personas que se preocuparan realmente en acumular amor?

Tú mismo…¿acaso tú mismo te esfuerzas en obtenerlo con el mismo afán con que luchas por el dinero?

Capitalistas de amor, banqueros de sonrisas, millonarios de abrazos, suena a extraño y delirante, pero créeme que cuando empiezas a analizar tu vida esa es la riqueza que de verdad te hace feliz.

Textos: Bett G.C.

 

 

Liberación

El equilibrio depende de tí y de nadie más. No le eches la culpa de todo lo que la vida no te da a nadie más, no pongas tu destino en manos de las otras personas, por que lo que vas a conseguir será que los fracasos de los otros sean tuyos.

Cada uno es un ser armoniosamente preparado para interactuar con los otros, pero eso no significa rendirse, no significa poner la vida en términos de entregarse a lo que venga, la vida es una experiencia personal en primer lugar, y comunitaria cuando comprendemos que vivimos en manada.

Las cosas han cambiado de nombre pero lo básico aún sigue en pie. Somos energía de vida, somos universo y somos unicidad, somos magia y polvo cósmico. Somos tantas cosas que es triste ver cuando alguien se rinde y deja que la vida pase indolentemente.

Inténtalo todo, vive todo. Solo hay una oportunidad de intentarlo. Una vida.

Textos: Bett G.C.

Fotos: Cartier Bresson

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Sin fin

Hoy no termina nada, porque al día le sucederá la noche, porque el sol volverá a salir.  Termina un año…que es un año? Una medida de tiempo, una forma de establecer orden en el mundo en que vivimos…

Termina un año, una sección de vida estipulada por términos humanos, pero para el universo nada acaba, todo continua su sinfin de movimientos, secuencias, sucesos, y pienso que si no tomáramos estos parámetros, la vida sería la rutina de sobrevivir un día más en este tránsito que dura nuestra existencia.

Un fin de año es hasta un hecho psicológico, porque establecemos un principio y un fin, una fiesta, un período, una etapa. Nos compartimentamos para organizarnos y hasta para disfrutar o terminar historias, porque es en noche como estas donde suceden hechos o hitos en las vidas de las personas.

Termina 2019, otro año más en el que pude volver periódicamente a este blog a escribir para mí, para ustedes, donde hemos compartido palabras e imágenes, por eso les agradezco su persistencia en querer leer a esta escritora.

Deseo que tengan una buena velada, y que empiecen con buen pie y augurio de felicidad el nuevo período.

Y si Dios quiere, hasta mañana.

 

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Otra fiesta

Pasan los años y las expectativas cambian, Antes nos desvelaba Papá Noel y sus regalos, luego la alegría de las fiestas por salir y pasarla bien, más luego cumplir como padres y ahora, con unos añitos más, ver todo un poco más de lejos, o más bien con perspectiva.

Es inevitable que se te crucen los recuerdos de otras navidades, de los que levantaron la copa con nosotros y hoy son memoria, de noches calurosas o lluviosas que aún así no empañaron las juntadas. Miradas a través de los años.

Y es entonces que ves todo diferente, te preguntas cuantas más estarás presente, quienes se acordaran de ti y levantaran la copa en tu memoria, como será toda tu gente en el futuro…la perspectiva te hace ver las diferentes realidades y te deja pensando…

Rescato de todo ello que, aún con tanto en el disco rígido tenemos ganas de vivir, de brindar y tomar una copa de más, de reír recordando y compartiendo, de dar sonrisas sin pensar en el mañana…porque para mañana todavía falta el hoy…y hoy nos queda para ser felices.

Pasenla lo mejor posible, den lo mejor que te tengan. Feliz Navidad!!

Textos: Bett G.C.

Foto: La web

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Lo siento

 

Te jodí la vida. Lo sé, y ahora tengo que pagar. Te maté sin piedad y ahora tu fantasma no me deja en paz, me hace notar tu presencia cada día.

Reconozco que te volví loca en vida, te maltraté, nunca presté atención a tu amor desinteresado y ahora, cada noche, adivino tu presencia en los claroscuros de la celda.

No quiero morir, ahora yo soy el que te tiene miedo. ¿Que me harás cuando yo sea el que parta? ¿Hablarás con los cielos para que vaya al Cielo o al Infierno?

Entretanto, cada día, te adivino en cada sombra.

Textos: Bett G.C.

La nada

Estoy ahí, frente a ti, invisible, transparente a la mirada. Pero estoy. Una vez fui humano, tan humano como tú, y descubrí la trascendencia del espíritu el día en mi vida terrenal se hubo terminado. ¡Ay humano querido! Como me duele cuanto te enojas por nimiedades, por tonterías…si supieras de la vida eterna… Estoy hoy aquí, en tu casa, porque tengo una misión especial, te veo trajinar, prepararte un café, hablar por móvil… Suspiro de nuevo (si, los fantasmas suspiramos) porque siento nostalgia de mi vida anterior, de poder sentir el sol en la cara, el viento fresco. Normalmente no paso tanto tiempo junto a una persona, pero hoy es un encargo especial de la divinidad, por lo que tengo una sensación diferente de mi día al acompañarte. Miro el reloj de la pared. Falta un minuto. Te dejo disfrutar, mientras me acerco a la ventana para ver la calle. Te estremeciste cuando pasé junto a ti. Me sentiste. Cuarenta segundos. El tiempo a veces no es veloz. Te tomas el pecho con ambas manos, tu cara adopta un rictus de dolor, vas cayendo y en medio de todo, tu mirada de sorpresa. Me viste, ahora puedes verme. Tu cuerpo cae inanimado pero tu espíritu al desprenderse se pone de pie. Me vuelves a mirar y me estiras la mano, como queriéndome dármela, y entonces empiezas a comprender que ya no somos nada, ni siquiera polvo en el viento. En el fondo del pasillo se abre la Luz, tuviste suerte humano, has de haber sido buena persona porque me mandaron a buscarte. Nos miramos y comprendes que hay que ir hacia allá: atrás queda tu cuerpo muerto, adelante la vida eterna. Adelante compañero, ve hacia la Luz.

 

Textos: Bett G.C.

Fotos: La Web

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Hermanos

Los gases lacrimógenos ahogaban. La multitud, enardecida arremetía con palos y piedras, sentían la necesidad de expresar la miseria, la falta de oportunidades, el sometimiento por generaciones a políticos y latifundistas.

A veces la masa rompe el dique de lo permitido y es entonces cuando se desborda buscando justicia.
Carlos cayó junto a mí con la cabeza partida en dos. Su mirada perdida en el infinito cielo de gritos y descontrol fue apenas un parpadeo de vida. Miré al policía que lo mató. Tenía la mirada encendida y me calibraba para asestar el próximo golpe, pero de pronto, un hierro que parecía una lanza se clavó en su pecho.

Él se derribó junto a mí, y me quedé inmóvil, petrificado por la sensación real de haber tenido a la muerte parada junto a mí, una muerte que se había llevado a dos seres que querían al mismo país pero vivían en veredas opuestas.
En ese instante me pregunté cual es el límite, quién o como se hace para que las muertes entre hermanos tengan un sentido. Pero el silencio no me dio respuesta.

Textos: Bett G.C.

Imagen: Pixabay

 

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Inmolación

 

Bukowski decía:» lo que importa es lo bien que camines a través del fuego».

Tú fuiste un fuego. Tus golpes cuando no te gustaba algo, tu mirada de loco que me llenaba de miedo, tus manos que parecían palomas de guerra.

Yo gracias a ti caminé sobre el fuego, dejé mis pies desollados por querer sostener lo imposible, por no querer comprender que esto no fue amor, no existió, ni siquiera sirvió como ejercicio de vida, porque tanto sufrir solo te enseña a conocer más el miedo.

Ahora te veo muerto ahí, en tu ataúd, tan tranquilo que hasta me da odio verte en paz, porque me dejaste de este lado en pedazos, soy un cadáver vivo que se inmoló en una estúpida llama de algo que alguna vez creí que era amor y en verdad, en realidad, solo fue tu locura descargada sobre mí sin piedad.

 

Textos: Bett G.C.

Imagen: Pixabay

 

 

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Ninoshka

 

Te conocí un invierno en Praga. Una bola de nieve que no era para mi me dio de lleno en la cara, y cuando iba a estallar en ira tu sonrisa me golpeó con su candor. No eras inocente pero lo parecías. No sé porque terminé amándote así, tú no hiciste nada y yo, de repente, lo di todo.

A ti no te importaban ni mis miradas, ni mis caricias, ni siquiera cuando te imploraba que nunca me dejaras…aún recuerdo tu mirada fría en la que me perdía sintiéndome un cobarde.

Hay amores extraños Ninoshka, amores que nos esperan un día cualquiera en cualquier

ciudad y que no nos abandonan nunca, amores que se pegan a la piel y no se quitan con

nada.

Eso fuiste tú. Y el tonto fui yo, tonto soñador que alguna vez pensó que tenía una

oportunidad contigo, que tuvo tanta fe en el amor que creyó en los milagros.

Ya pasaron algunos años y te recuerdo hoy que nieva. No sé porque asocio la nieve contigo.

Será que el amor me llegó un día de nieve, será que tú fuiste el amor de mi vida, será que

hoy, después de tanto tiempo, con un vaso de whisky en la mano entiendo, comprendo, que

nadie podrá reemplazarte.

Textos: Bett G.C.

Imagen: Pixabay

 

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El rincón oscuro

El rincón oscuro

La casa, en el campo, era grande. Polvorienta y atestada de muebles, en algunos casos desproporcionados para los ambientes, el tiempo vivía allí sin dar signos de hacer mella en los objetos.

Clotilde tenía 14 años y por orden de su padre no podía ayudar con las labores del campo. A él no le gustaban las miradas libidinosas que le dedicaban los hombres que contrataba para las faenas; por eso había dado la orden de que ella no saliera de su casa y fuera vigilada por las criadas.

Era por eso que el entretenimiento diario de la joven fuera deambular por la casa o leer los aburridos libros que le dejaba su padre, o, mirar por las ventanas la vida de los otros.

Hasta que lo vio.

Primero sintió una presencia, siniestra y oscura, que la observaba y perseguía sin alcanzar a comprender que era lo que la provocaba. Y luego fue el impacto de descubrirlo allí, en el rincón oscuro de la sala grande, allí donde no daba nunca la luz, el ser horrible, indefinible, espantoso, que la observaba fijamente. Siempre.

Le daba terror su presencia, pero cuando quiso contárselo a la gente de la casa todos la creyeron loca, o se santiguaban y huían de la sala oscura.

De noche el ser comenzó a pararse en la puerta de su cuarto. Lo descubrió cuando, una madrugada, sintió hambre y quiso bajar a buscar galletas. Mientras lo veía en el salón se había sentido segura en el resto de la casa, pero desde esa noche descubrió que él estaba en todos lados.

El ser no hablaba pero su mirada fija la paralizaba,la ponía en un estado de terror que nadie entendía, a veces sentía que en la casa estaba sola, aislada, porque no podía compartir con nadie lo que pasaba. Su padre comenzó a observarla y decidió llevarla con el cura, Ella se confesó y le pidió que fuera a la casa para echar al ser con agua bendita y rezos. El sacerdote accedió.

Se presentó en la casa a la tarde siguiente munido del crucifijo como arma y, cuarto por cuarto, fue dando la bendición, sin ver nada raro, sin sentir nada raro. Clotilde, refugiada detrás del cura, alcanzó a ver la sonrisa despectiva del ser. El religioso se retiró, más convencido de un desvarío mental de la joven que de una presencia espectral, recomendando al padre una consulta médica.

El doctor aconsejó la internación en un sanatorio de salud mental, y Clotilde se sintió feliz ante la posibilidad de librarse del terror en el que vivía. Recuperó su ánimo el día que llegó a la casa de salud hasta que, la primera noche vio al ser en los pies de su cama.

Textos: Bett G.C.

Imagen: pixabay

 

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