Cómo una flor marchita

Cómo una flor marchita

Caída y mustia, olvidada. Así me siento cuando recuerdo aquello que no fue nada y fue todo. No conocía ese sentimiento sin raciocinio y lógica que a veces aparece en nuestras vidas, cómo un viento que llega, devasta y se va.
Los pétalos inertes quedaron sobre la acera, y los paseantes anónimos pasan cerca sin entender nada. Y mientras tanto, sigo muriendo.

Textos: Bett Gonzalez Casasola

Fotos: Alberto de Haro

10 comentarios sobre “Cómo una flor marchita

  1. Hay otra forma de sentirnos marchitos y olvidados: cuando ponemos nuestra fe en aquello que significa todo y lentamente se apaga. Un sentimiento siempre te lleva un paso más allá de lo que puedes ponderar y la frustración, a veces, es un viento de cambio (lo peligroso es sentirnos como una veleta al albur del ciclón). Es complicado comprender porqué los pétalos se desgajan tan fácilmente, pero se hace menos contradictorio si pensamos que la flor, de alguna manera, ha sido fecundada.

  2. Es casi peor, ni siquiera volvemos la vista aunque no dejemos de andar, o correr…huímos, pero la individualidad de hoy nos permite abandonar el remordimiento junto a esos pétalos…

  3. Puede ser, pero siempre será mejor, desde su punto de vista, dirigirnos (de la manera que sea) a dejarnos tomar la iniciativa; el cambio, si lo provocamos nosotros, les puede salir muy caro.

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