El sacrificio

El virus está desnudando un capitalismo por demás salvaje. Los gobiernos, empujados por los dueños del dinero se ven acorralados entre la espada del capital anhelante de seguir ganando y las necesidades de los ciudadanos.

Es entonces que se plantea la siguiente cuestión: ¿ Cómo salvar a la población y que la rueda de la economía siga girando? ¿Es eso posible?. Esta situación impone detener las actividades, impone dejar de producir lo que no sea de primera necesidad, impone que el circo de las inversiones y sus mercados emergentes, de futuros y de acciones deje de tener sentido. Al menos de momento.

El mundo no será el mismo. Los viejos esquemas dejaron de funcionar, hoy mismo las estructuras económicas tambalean porque nadie estaba preparado para afrontar una sociedad con necesidades pero sin dinero y el concepto de la política, del liderazgo del gobierno, de la toma de decisiones ,se ve golpeado por una realidad que no permite errores, porque no hay margen para ellos: la vida, la muerte, el hambre son los resultados.

El virus comienza a desnudar la miseria. La sociedad capitalista vive del pedaleo infinito de una sociedad que sale cada día a ganarse la diaria, a pagar como se pueda, a comer como alcance. Y el virus detuvo la bicicleta.

Claro que hay gente preparada para pasar este y varios inviernos víricos más, pero la masa no. Los ciudadanos de a pie, en general no se pueden dar esos lujos. No tienen espalda económica.

Entonces es el Gobierno que se enfrenta a un dilema profundo: ¿A quién salva? ¿A los ciudadanos o a los dueños del dinero? ¿Como se instrumenta un salvataje rápido y profundo? ¿Cómo se para el hambre?

Las estructuras del capitalismo crujen. La máquina se detuvo y no hay quién la mueva. Están sentados en su casa esperando que el milagro de panes multiplicados por el Gobierno se produzca. El tema es cómo.

Textos: Bett G.C.

Foto: La web

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